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QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE UN ESTUDIO BIOMECÁNICO
Toda la información en este blog de biomecánica para pacientes
¿Qué ciencia estudia la biomecánica?
La biomecánica es una rama de la biofísica y esta, a su vez, deriva conjuntamente de la medicina y la física convencional.
Actualmente, la biomecánica se estudia en diversos sectores tecnológicos y sanitarios destinados al desarrollo de herramientas diagnósticas, validación de estudios médicos, diseño de dispositivos médicos, etc. Por ello, es común que médicos e ingenieros trabajen conjuntamente en este importante campo. Generalmente, el profesional dedicado a la atención de pacientes mediante la evaluación biomecánica debe ser un fisioterapeuta especializado en análisis del movimiento humano. Este, gracias su profundo conocimiento sobre anatomía funcional y al manejo de herramientas tecnológicas para el registro de datos, dispondrá de la información necesaria para detectar y corregir posturas y gestos lesivos. Además, es común que el fisioterapeuta y director de un laboratorio de biomecánica tenga estudios en neurorrehabilitación por el gran impacto que el paciente neurológico sufre en su salud física.
A menudo, el podólogo es la otra gran figura profesional que interviene en atención primaria de pacientes en el ámbito de la biomecánica. Su plena comprensión sobre el funcionamiento del pie le permite detectar anomalías en su movimiento que puedan repercutir en el mismo e incluso sobre segmentos remotos como las rodillas y la espalda baja.
En definitiva, mientras el ámbito del desarrollo tecnológico está gobernado por científicos ingenieros, la investigación médica y la atención de pacientes en biomecánica se desarrolla principalmente por traumatólogos, fisioterapeutas y podólogos que disponen de un laboratorio de análisis del movimiento humano.
¿En qué consiste un estudio biomecánico de la pisada?
Un estudio biomecánico de la pisada es una prueba de valoración enfocada en la comprensión del funcionamiento del pie.
El podólogo es el profesional competente para realizar este tipo de prueba y basará su procedimiento en el examen de diferentes aspectos funcionales del pie: morfotipo, postura, laxitud, fuerza, presión plantar y movimiento. Antes de pasar a describir cada uno de estos puntos, es importante aclarar que esta no se trata de una prueba diagnóstica, sino que busca comprender la causa de una lesión previamente diagnosticada.
Lo primero que hará el podólogo será identificar el tipo de pie que usted presenta, que puede ser neutro, cavo o plano. Cada uno de ellos presenta un comportamiento óptimo para su morfotipo y, además, pueden presentarse en posturas anómalas. Por ejemplo, un pie neutro puede presentarse pronado, asemejándose a un pie plano sin realmente serlo. El estudio del tipo de pie y la postura ayudará al especialista a predecir su comportamiento y las regiones más probablemente sobrecargadas.
El estudio de la laxitud y la fuerza es fundamental en un análisis de la pisada. Digamos que, simplificando conceptos, la laxitud articular determina la necesidad de fuerza, ya que un esqueleto laxo y muy móvil precisa de mayor acción de sus tendones para estabilizarse. Además, es común encontrar regiones hiperlaxas del pie junto a otras más rígidas, al igual que grupos musculares débiles rodeados de otros con buena condición. Este tipo de desequilibrios deben ser anotados para comprender las necesidades mecánicas que determinaran el tratamiento.
Por último, el especialista valorará las zonas de apoyo del pie en estática y durante el paso de la marcha mediante una prueba llamada baropodometría. Esta dará un indicio del esfuerzo mecánico y muscular que experimentan el pie y el tobillo, dadas sus condiciones de forma, laxitud y fuerza. Adicionalmente, el estudio de las presiones plantares será combinado con el análisis de su movimiento, determinando la influencia del apoyo en la deformación del pie bajo la carga del peso corporal.
Estudio biomecánico de la pisada ¿es suficiente?
Realmente, el término «pisada» es un término coloquial e inespecífico empleado para referirse a cómo apoyamos los pies cuando caminamos y corremos. Cuando nos referimos al estudio de la pisada, el profesional responsable no sólo deberá estudiar el apoyo plantar mediante el análisis de presiones, sino que le dará una gran importancia a la morfología del pie, la flexibilidad de sus articulaciones, la fuerza de sus músculos y la dirección y velocidad de los movimientos que experimenta cuando caminamos.
Desde este punto de vista, el estudio de la pisada en su conjunto tiene un gran valor para comprender el origen de dolores y lesiones ubicados en los pies. No obstante, es común que los pacientes recurran a esta prueba con intención diagnóstica sobre lesiones superiores, tales como dolores de rodillas, caderas o lumbares. Sobre esto, debemos decir que, aunque se ha demostrado la conexión entre los pies y sus segmentos superiores, la mayoría de las veces, la complejidad de estas lesiones supera la capacidad diagnóstica de un estudio de la pisada.
¿Por qué un estudio de la pisada no suele ser suficiente? Siendo claros, las regiones adyacentes a la pelvis reciben una gran influencia de los movimientos del tronco y la pelvis. Esto crea multitud de factores de riesgo relacionados con lumbalgia, ciática, trocanteritis, dolor de rodilla y otros muchos problemas que no tienen una relación con los pies. Según esto, realizar un estudio de la pisada tratando de resolver una de estas lesiones dará lugar a resultados incompletos que ignoran parte del paradigma patológico como malas posturas al sentarse, asimetría de caderas o debilidad de músculos lumbares, por ejemplo.
El estudio biomecánico de la pisada debe realizarse con el objetivo de resolver dolores en los pies y, habitualmente, sirve para comprender qué tipo de plantilla a medida se debe confeccionar.
Dónde y cuándo hacer un estudio biomecánico de la marcha
Al igual que nuestra capacidad de mantener el tronco erguido subordina el resto de nuestras actividades cotidianas, caminar es la función maestra de nuestro aparato locomotor que condiciona la calidad del resto de movimientos en nuestras extremidades inferiores. Por ejemplo, imagina una persona caminando días tras día con los pies abiertos y las caderas rotadas externamente, que es algo muy común. Además, ten en cuenta que caminar es la actividad que esta persona realizará más veces en su vida. Bien pues, debes de saber que este tipo de hábitos gestuales que omiten ciertos rangos de movimiento, finalmente acaban por extinguir esos grados de amplitud, privando a dichas caderas de su movimiento de rotación interna, según el ejemplo anterior.
De alguna manera, debemos comprender que el movimiento habitual y diario es de naturaleza repetitiva, poco cambiante, y que por tanto construye las tensiones de nuestro sistema musculoesquelético. Esto lo consigue posicionando a los grupos musculares más solicitados como fuertes respecto a otros menos demandados y débiles. De igual manera, la rutina de movimiento preserva la movilidad de las articulaciones mejor aprovechadas y anquilosa aquellas de las cuales prescindimos. En suma, como te mueves, eres.
En base a esto, el momento ideal para realizar un análisis biomecánico de la marcha es durante la edad pediátrica. En aquellos casos en los que los progenitores observen anomalías del movimiento del niño, el problema debería ser valorado con la mayor brevedad posible. Los padres suelen sospechar de alteraciones de la marcha de sus hijos a partir de los 4 años de edad, cuando habitualmente se observan los pies excesivamente aplanados u orientados con las puntas hacia dentro. Estos hallazgos pueden acompañarse de sensación de torpeza e historial de caídas recurrentes. Más adelante, hacia los 8 años, comienzan a surgir otras alteraciones como postura de rodillas permanentemente flexionadas, curvatura excesiva de la columna lumbar, inclinación hacia delante del tronco, etc. La detección de las causas detrás de estas observaciones a tiempo permitirá su adecuada corrección, evitando complicaciones en la edad adulta.
La evaluación biomecánica de la marcha puede realizarse a cualquier edad, siendo común entre adultos tras los 40 años a fin de detectar desequilibrios provenientes, a menudo, de gestos y posturas laborales. Comprender y compensar el balance musculoesquelético en la mediana edad asegura la salud física en las próximas décadas, en las que la desatención tiende a manifestarse como dolor persistente. Esto puede evitarse adoptando una rutina básica de ejercicios personalizado o adaptando el plan de entrenamiento del paciente si es que sigue uno.
Por otro lado, lamentablemente, la mayoría de los análisis biomecánicos de la marcha se realizan con motivo de dolor recurrente que no remite mediante tratamiento convencional basado en farmacología y fisioterapia básica. En este caso, la exploración nos permitirá comprender el paradigma patomecánico al que responde la lesión para así implementar medidas personalizadas de rehabilitación, que han demostrado ser altamente efectivas respecto los tratamientos generalistas. Además, este tipo de valoración suele incluir un estudio de la postura y la pisada que permite determinar la posible necesidad de uso de plantillas personalizadas.
Respondiendo a dónde realizar un estudio biomecánico de la marcha, puedes acudir a cualquier laboratorio especializado donde un profesional del gremio de la fisioterapia dirija el servicio. En Fisis Lab disponemos de este servicio en diferentes puntos de España, por si fuera de tu interés.
¿En qué consiste un estudio biomecánico de la marcha?
Un análisis biomecánico de la marcha es una prueba de valoración funcional que permite conocer el funcionamiento del aparato locomotor durante la deambulación. Habitualmente, puesto que la marcha demanda estabilidad a nivel del tronco, esta prueba se realiza junto a un estudio postural.
Este tipo de evaluación debe realizarse en centros de